Un momento de felicidad
Me adentre en
el pasadizo carente de luz, penumbra bajo mis pies y sobre mí. No le tuve
miedo, eché a correr como si de ello se tratara la vida, como si por no correr
ya me estuviera perdiendo momentos, experiencias, como si me estuviera
perdiendo a mí mismo.
Me convertí en
un observador de mi propia vida, un mero espectador, un apostante de aquellos
que siempre falla en sus predicciones. Y así seguí, apostando como nunca por
todo, y perdiendo como siempre. Y cada vez, todo era más insignificante.
Y el pasadizo
de aquel laberinto seguía oscuro, y yo seguía igual de perdido. Y pasaban los
años, y me acostumbre a vivir por intuición, por necesidad, por costumbre.
Y seguía
corriendo tras mis antiguas pisadas, tras mis antiguas experiencias; y sin
quererlo, comencé a vivir detrás del recuerdo, comencé a vivir con el dolor y
las alegrías de siempre, las que me permitía aquel oscuro y angosto pasadizo. E
intente darle un poco de luz a mi opaca vida, descorche la botella de mis
pensamientos, escribí unas cuantas palabras en una hoja de papel, lo metí en la
botella, la cerré y me pregunte: ¿quién beberá de ella?
Finalmente me
harté de correr, decidí pararme, sentarme a esperar que la vida decidiera por
mí. Comprendí, que no se trata de quien estuvo, sino de quien está. Que no se
trata de lo que viviste, sino de lo que vas a vivir. Que no se trata de lo
difícil que fue, sino de intentar que el futuro sea fácil, o lo menos difícil
que podamos.
Me di cuenta de
que la felicidad no es un estado, ni un sentimiento, ni mucho menos una
sensación. La felicidad se basa en momentos.
Tu eres feliz
en un momento, ese momento puede durar lo que dura un beso, lo que dura un gol
en el min 90, o lo que dura unas vacaciones de verano. Pero es finito, es
terminal, muere en el segundo que su corazón deja de latir. La felicidad son
momentos, y dentro de todos esos instantes, la felicidad depende de personas, de
instituciones, de reconocimientos, de lugares...
La felicidad
llega igual de rápido que se va. Y hoy es un buen
día para decir a la felicidad que se venga al baile con nosotros, que se deje
de miedos, que se quede el tiempo que se tenga que quedar, que se agarre fuerte
y baile, que se desgaste los pies con nosotros, que se canse, que caiga rendida
sobre la cama y se duerma, que ya tendrá tiempo para irse, para
darnos portazo, para tragarnos mar a dentro.
Hoy es un buen
día para abrir de par en par el ventanal de nuestro naufragio, para darle aire
fresco a todo lo malo y bueno que hemos vivido.
Hoy es un buen
día para darte otra oportunidad,
y mañana
y pasado
y en este futuro inmediato al que llamamos presente.
Hoy, solo necesitamos un momento de felicidad.
Comentarios
Publicar un comentario