LUNA LLENA

Me puse a buscar lo exótico, me acerqué al borde del precipicio. Me daba tanto miedo las alturas que reculé una y otra vez. Me daba tanto miedo arriesgarme, tanto miedo saltar sin saber que podía pasar, que decidí sentarme a esperar. A esperar que subiera la marea, y la caida fuera un poco menos dura.

Y entre espera y espera, decidí ponerme a inspeccionar aquella isla donde estaba varado, desechado a la suerte por mis propios miedos e inseguridades.

En aquella isla había de todo, frutas exóticas que se asemejaban a recuerdos, rodeadas de flores marchitas por culpa del sol agotador que traspasaba como cuchillos de fuego las grandes hojas de palmera.

Andaba y andaba, como quien anda esperando darse de bruces con la suerte, o como quien espera dejar atras su pasado, sabiendo que nunca lo vas a poder olvidar.

Y en esa busqueda constante de la felicidad, me encontre por suerte con un grupo de indigenas que habitaban aquella pequeña isla.
Me aceptaron rapido, me acogieron sabiendo que necesitaba de ellos para no descomponerme poco a poco en aquella isla, como las marchitas flores que me rodeaban a cada paso que daba.

Me contarón que ellos tambien se quedaron varados allí, que nunca fueron capaces de saltar por aquel precipicio, por miedo. Convirtiendose en naúfragos de sus propios sentimientos.

Me confirmaron que aquella noche iba a ser luna llena, que la marea subiría, que solo hay una oportunidad cada 365 días.
En aquella isla siempre habia luna menguante, de la que colgaba los sueños de todos aquellos que decidieron sentarse a esperar que el golpe de suerte viniera por si solo.

Me arme de valor, arranqué a correr tras mis antiguas pisadas que me habían llevado hasta allí, me coloque en el borde del precipicio, miré la luna llena, reflejaba tu rostro. Salté.



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