Destrozado corazón
No sabía que escribir, ni porque camino enderezar mi vida, tampoco tenía ni idea de si el silencio eterno, ese que siempre se formaba cuando nos mirábamos, se volvería a repetir en algún momento.
Tampoco sabía, si por "a" o por "b", el cielo hoy seria rojizo, o simplemente, sería ese cielo azul igualito a todos los demás sin ti.
Me impulse, abrí los ojos, me atreví a desnudarme el alma, y a arrancarme de una vez por todas este pobre corazón. Tan rápido, tan fugaz, tan tú.
Descubrí un mar de dudas, un sendero lleno de inseguridades, y una estocada directa a todo lo que estaba por venir. Me mire por dentro, no quedaban fuerzas, ni si quiera ganas de volver a pasarlo mal. Me desarme aún más. Me deje caer.
Escuche la caída, disfrute del descenso, por primera vez me sentí libre, me sentí capaz de volar a donde quería, aunque no pudiera cambiar el trayecto del golpe inminente contra el mar. La caída fue un transito entre lo que fui y lo que quería ser.
Encontré respuestas a todas las preguntas, se resolvieron las dudas, y el cielo, hoy sí, lo vi rojo como las puestas de sol cada atardecer.
Empecé a contar en inglés, a contar los segundos que me quedaban para destruirme contra el final, vi la ola, tenía la forma y la altura exacta para romperse conmigo en el segundo exacto del golpe.
One... Two... Three...
Me estrellé, jamás sentí tanto dolor, jamás podré explicar lo que paso por mi cabeza en ese tercer segundo. Simplemente entendí, que la caída, me había hecho eterno. Aunque solo fuera por unos segundos inestables.
Ahora estoy en la orilla, magullado, derretido por el sol abrasador de ese cielo teñido de fuego. Y miro el punto exacto desde el que me deje caer, me toque el pecho, suspiré y pensé:
"Me dejé caer, y me olvide lo más y único importante: mi corazón"
Bajé la mirada, agonizé, mire de nuevo a la cima. Ahí estabas, le tenias de la mano, llorabas y me mirabas, gritaste algo, no pude oírte, no llegué a escuchar tus palabras. Saltaste con mi corazón de la mano. Te perdí en la caída. Suspire de nuevo, y grite:
"Vuelve sano, destrozado corazón"
Tampoco sabía, si por "a" o por "b", el cielo hoy seria rojizo, o simplemente, sería ese cielo azul igualito a todos los demás sin ti.
Me impulse, abrí los ojos, me atreví a desnudarme el alma, y a arrancarme de una vez por todas este pobre corazón. Tan rápido, tan fugaz, tan tú.
Descubrí un mar de dudas, un sendero lleno de inseguridades, y una estocada directa a todo lo que estaba por venir. Me mire por dentro, no quedaban fuerzas, ni si quiera ganas de volver a pasarlo mal. Me desarme aún más. Me deje caer.
Escuche la caída, disfrute del descenso, por primera vez me sentí libre, me sentí capaz de volar a donde quería, aunque no pudiera cambiar el trayecto del golpe inminente contra el mar. La caída fue un transito entre lo que fui y lo que quería ser.
Encontré respuestas a todas las preguntas, se resolvieron las dudas, y el cielo, hoy sí, lo vi rojo como las puestas de sol cada atardecer.
Empecé a contar en inglés, a contar los segundos que me quedaban para destruirme contra el final, vi la ola, tenía la forma y la altura exacta para romperse conmigo en el segundo exacto del golpe.
One... Two... Three...
Me estrellé, jamás sentí tanto dolor, jamás podré explicar lo que paso por mi cabeza en ese tercer segundo. Simplemente entendí, que la caída, me había hecho eterno. Aunque solo fuera por unos segundos inestables.
Ahora estoy en la orilla, magullado, derretido por el sol abrasador de ese cielo teñido de fuego. Y miro el punto exacto desde el que me deje caer, me toque el pecho, suspiré y pensé:
"Me dejé caer, y me olvide lo más y único importante: mi corazón"
Bajé la mirada, agonizé, mire de nuevo a la cima. Ahí estabas, le tenias de la mano, llorabas y me mirabas, gritaste algo, no pude oírte, no llegué a escuchar tus palabras. Saltaste con mi corazón de la mano. Te perdí en la caída. Suspire de nuevo, y grite:
"Vuelve sano, destrozado corazón"
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