Aquella ducha

Tenia los ojos pegados, las fuerzas perdidas en medio de ese caos al que llamamos sexo, la luz poco a poco me desbordaba en la cara, la mañana había llegado, atrás se quedo esa noche.

Me giré, descorche otra botella de champan, me la bebi. Nunca estuvo de más emborracharse solo en la cama de una habitación de hotel. Intente desfilar sobre los restos de ropa que había por la cama y por el suelo. La vida me ha cambiado en un segundo extraño; pensaba. Me paré en medio de la nada, ni si quiera había un espejo de esos en los que siempre me miraba, ni una mesa, ni una silla para acomodarme, me pare en medio de la nada, y me imagine a mi yo, en esa misma habitación, hace mucho tiempo. Por fin has aprendido. Me susurre.

Me arme de valor, di media vuelta hacia la ventana, la abrí de par en par, desnudo, la gente me miraba, algunos se ruborizaban, otras miraban atónitas, daba igual, nunca tuvimos vergüenza de corrernos abrazados con las ventanas abiertas, como diría Marwan.

Me reí. Pocas cosas son eternas hasta que lo son. Pensaba.

Me puse Andrés Suarez, abrí la puerta del baño, me dirigí a aquella ducha;
-ya nos conocemos. La dije.
+me sonrió.

Di el agua, estaba helada, esperé a que se calentará. Me apoyé en la pared de ladrillos de cristal, me enjaboné, sonaba una canción, tampoco me acuerdo del titulo, solo se que decía que nadie te iba a querer como yo. Que bobada, ¿no?

Apagué la ducha, me sequé, me vestí. Hice la maleta, me lleve mis cosas, y deje los besos ajenos encima de la cama. Abrí la puerta, el silencio inundo aquella habitación. Cerré.

Te echaré de menos.
La dije.
A aquella ducha.

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