Pasar Página

No hace mucho tiempo, a penas unos días atras, una chica de ojos verdes me dijo que escribía cosas muy tristes, que me faltaba alegría a todo lo que hacía. (y no le falta razón)
Y te paras, decides frenar, un poco más, bajar las revoluciones, y asentir con la mirada frente al espejo, y piensas ¿Dónde esta el límite?
El límite... el límite de las cosas, de lo vivido, de las locuras, el límite entre la fina linea de los Hasta Siempre y los Hasta Luego...

Los sentimientos, a lo tonto, no tienen un límite estipulado, lo que para cada uno es el amor es un mundo, lo mismo con la amistad, el querer, el odiar... Es lo bueno, nadie tiene una verdad absoluta de lo que es la palabra sentimientos. 

Y después de replantearte todo lo que te sucede a lo largo del tiempo, te pones en la tesitura de no saber que camino tomar, no saber que señal es la correcta, que lágrima es por ti o cual por esta pena que nos come por dentro. Por que todos sufrimos, reimos, fingimos estar bien, todos absolutamente todos nos hemos acostado llorando hasta bien entrada la madrugada.
O acaso cuando se nos acerca alguién que nos gusta, ¿no nos imaginamos algo más?
A pesar de todo lo vivido, de lo malo y lo bueno, de las noches de insomnio y las mañanas de resaca, aún somos lo suficientemente valientes para darnos otra oportunidad (y para darla)

Por eso hoy no quería escribir nada melancólico, ni triste, hoy quería demostraros, que pasar pagína en todos los aspectos de la vida no es difícil, es mas fácil de lo que pensamos, solo necesitamos tener el valor, el valor de dar el paso, de dejar atras todo, lo que te hizo feliz y lo que no.

Por eso:

Pasar página no es mas que entender que ya no quieres mas inviernos frios, ni mas veranos sin puestas de sol.
Pasar página es querer que alguien te recoja los mil y un pedazos que quedan por ahí, tirados, a su suerte.
Pasar página... Es... ¿Cómo decirte?, darte cuenta de que te mereces una segunda oportunidad, o una tercera, o una cuarta, o las que necesites.
Pasar página es,
          enamorarte,
                    una vez más,
                              de ti mismo.

Y de esa chica,
que cruza la esquina de la calle,
con esa sonrisa,
esa forma de mirarte,
de hablarte,
de hacerte sentir todo,
       sin saber porque,
                         ni como,
                             pero todo, otra vez.

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